24 de abril de 2015
El mantenimiento de una sociedad
"¿Cuándo no ha sucedido esto, que el sector de una sociedad que saca las mayores ventajas de ella mantenga en su seno, y mientras le sea posible también en los otros, una ilusión de seguridad, permanencia, orden?
Yo diría que esto tiene algo que ver con la conciencia, órgano del que quedan vestigios en la humanidad y que exige todavía algún género de justicia o equidad, que siente que es intolerable (la mayoría de la gente lo siente en algún punto o, por lo menos, de vez en cuando) que algunos individuos prosperen mientras otros sufren hambre o fracasan. Este es el mecanismo más poderoso de todos para, en primer lugar, el mantenimiento de una sociedad y, luego, su destrucción subterránea, su corrupción, su caída... claro que nada de esto es nuevo, y, muy probablemente y dentro de lo que es posible determinar, ha venido sucediendo a lo largo de la historia. ¿Hubo alguna época en nuestra nación en que la clase dirigente no viviera dentro de la campana de vidrio de la respetabilidad o de la riqueza, cerrando los ojos a lo que sucedía fuera de ella? ¿Podía haber una auténtica diferencia cuando esta "clase dirigente" utilizaba términos como justicia, juego limpio, equidad, orden y aun socialismo? Cuando los usaba y aun creía, tal vez, en ellos durante algún tiempo, aunque entretanto todo se venía abajo y, al mismo tiempo, como siempre, los administradores vivían protegidos contra lo peor, intentando lograr que todo se olvidase hablando, deseando, legislando, ya que admitir lo que estaba ocurriendo significaba reconocer su propia inutilidad, reconocer que la seguridad adicional de que gozaban era producto del robo y no de servicios prestados...
En cierto modo, no obstante, todo el mundo representaba un papel en la confabulación de que no estaba ocurriendo nada".
Doris Lessing (Cita de la novela "Memorias de una superviviente", 1974).
17 de abril de 2015
El cariño fundamental
"Sería una explicación, un mérito; hemos llegado a considerar la codicia como una virtud. Aludo a los que gastan dinero en arrasar el país. Obedecen a un odio desinteresado. Y la inquietud aumenta cuando se nota que las únicas mejoras que se hacen en las plazas de la capital consisten en arrancar, arrancar y arrancar árboles.
Odio doblemente feroz en una comarca donde el verano dura ocho meses. Se prefiere el sol abrasador a la dulce presencia del árbol. Se diría que los hombres no son ya capaces de sentir, de imaginar la vida en los troncos venerables, que tiemblan bajo el hierro y se desploman con lastimero fragor. Se diría que no comprenden que también la savia es sangre y que sus víctimas se engendraron en el amor y en la luz. Parece que las gentes viven esclavizadas por un vago terror y que temen que el bosque proteja facinerosos y anime fantasmas. Detrás del árbol adivinan la muerte. O bien, obsesionados por un dolor sin forma, quieren copiar en torno suyo el desolado desierto de sus almas.
Y entonces, en la nuestra la irritación se cambia en piedad. Muy desesperado, muy hondo ha de ser el mal de los que, en resignado mutismo, perdieron el cariño primero, el cariño fundamental que hasta las bestias sienten, el santo cariño a la tierra y a los árboles".
Rafael Barrett (Fragmento de "El odio a los árboles", del libro "El dolor paraguayo", 1911).
10 de abril de 2015
Su libre albedrío
"Los expertos en cultura griega antigua dicen que la gente de aquella época no creía que sus pensamientos les pertenecieran. Cuando los griegos de la Antigüedad tenían una idea, creían que un dios o una diosa les estaba dando una orden. Apolo les estaba diciendo que fueran valientes. Atenea les estaba diciendo que se enamoraran.
Ahora la gente oye un anuncio de patatas fritas con sabor a crema agria y salen corriendo a comprarlas, pero a eso lo llaman su libre albedrío.
Por lo menos, los griegos de la Antigüedad eran sinceros".
Chuck Palahniuk (Cita de la novela "Nana", 2002).
3 de abril de 2015
Lo que necesitamos
Tuira Kayapo es una madre y guerrera indígena que mostró al mundo lo que sucede cuando las mujeres toman las riendas de su destino. El mundo la conoció en 1989 en el encuentro Altamira de Brasil contra la construcción de represas en el río Xingu. Apareció en la sala con sus pinturas de guerra, desnuda y con un gran machete. Se acercó al presidente de la compañía eléctrica de Brasil, Petrobras, y puso el filo del machete en su mejilla, y proclamó que su pueblo y toda la Amazonía lo considerarían como un acto de guerra. A continuación indicó: "Usted es un mentiroso. No necesitamos la electricidad. La electricidad no nos va a proporcionar nuestra comida. Necesitamos que nuestros ríos fluyan libremente: nuestro futuro depende de ello. Necesitamos nuestras selvas para cazar y recolectar. No necesitamos su presa".
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