13 de julio de 2015

El deseo de ser esclavos o tiranos


Intentad ser libres: os moriréis de hambre. La sociedad no os tolera más que si sois sucesivamente serviles y despóticos; es una prisión sin guardianes, pero de la que no se escapa uno sin perecer. ¿A dónde ir, cuando no puede vivirse más que en la sociedad y cuando no se tienen ya instintos, y cuando no se es tan lanzado como para mendigar, ni tan equilibrado como para entregarse a la sabiduría? A fin de cuentas, uno sigue como todo el mundo, fingiendo atarearse; uno se resigna a tal extremo gracias a los recursos del artificio, entendiendo que es menos ridículo simular la vida que vivirla.
Mientras que los hombres sientan pasión por la sociedad, reinará en ella un canibalismo disfrazado. El instinto político es la consecuencia directa del Pecado, la materialización inmediata de la Caída. Cada uno debería estar ocupado en su soledad, pero cada uno vigila la de los otros. Los ángeles y los bandidos tienen sus jefes: ¿cómo las criaturas intermedias -el grueso de la humanidad- podrían prescindir de ellos? Quitadles el deseo de ser esclavos o tiranos; demoléis la sociedad en un abrir y cerrar de ojos. El pacto de los monos está por siempre sellado; y la historia sigue su curso, horda jadeante entre crímenes y sueños. Nada puede detenerla: incluso los que la execran participan en su carrera

Emil Cioran (Cita de "Brevario de podredumbre", 1949).

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