"En cuanto a mi clasificación de personas en ordinarias y extraordinarias, reconozco que es un poco caprichosa, pero dejo a un lado la cuestión de cifras, a las que doy poca importancia. Creo únicamente que en el fondo mi pensamiento es justo. Este pensamiento se resume diciendo que la Naturaleza divide a los hombres en dos categorías: la una inferior, la de los hombres ordinarios, cuya sola misión es la de reproducir seres semejantes a sí mismos; la otra, superior, que comprende los hombres que poseen el don o el talento de hacer oír una palabra nueva. Claro es que las subdivisiones son innumerables; pero las dos categorías presentan rasgos distintivos bastante determinados. Pertenecen a la primera, de una manera general, los conservadores, los hombres de orden que viven en la obediencia y que la aman. En mi opinión están obligados a obedecer, porque tal es su destino, y porque esto no tiene nada de humillante para ellos. El segundo grupo se compone exclusivamente de hombres que violan la ley o tienden, según sus medios, a violarla; sus delitos son naturalmente relativos y de una gravedad variable. La mayor parte reclama la destrucción de lo que es, en nombre de lo que debe ser. (...) El primer grupo es siempre dueño del presente, el segundo lo es del porvenir. El uno conserva el mundo y multiplica los habitantes; el otro mueve al mundo y lo conduce a su objeto."
Fedor Dostoievski (Fragmento de la novela "Crimen y castigo", 1866)
En comentarios dejo una opinión personal del texto.
3 comentarios:
La idea que plantea Dostoievski en esta cita de la novela "Crimen y castigo", me ha recordado al concepto de Superhombre de Nietzsche: el reconocimiento de una masa mayoritaria anestesiada por la moral capitalista, sometida física e intelectualmente por una minoría que explota su entorno a favor de sus propios beneficios a costa de lo que sea, y por otro lado el reducido grupo de personas que intentan demostrar que ésta sumisión no ha llevado a la humidad a ningún lado, y que nuestra naturaleza reside precisamente en ser lo opuesto a lo exigido por el mundo moderno. Estos últimos, capaces de ignorar los dogmas y las supersticiones impuestas a los primeros, racionales por convicciones propias y por una búsqueda constante y un cuestionamiento hacia todo, se ven separados de las posibilidades que ofrece el sistema en el que se vive, por obvias razones. Dostoievski establece la categoría de "Superior" o "Inferior", basado en los daños y la violencia social y evolutiva que estos últimos han generado a la especie humana y al mundo entero en general desde que el "progreso" ha inundado la historia de los hombres. Los "inferiores" solo aportan a lo negativo, a lo que no nutre o lo que lleva a un estancamiento evolutivo, a lo anti-natural. Los otros, intentan, equivocados o no, crecer, buscar caminos, guiarse por el instinto y basarse en las reglas de lo que nos rodea para poder llevar adelante un desarrollo acorde a lo que la naturaleza plantea.
Por otra parte, los que hayan tenido el placer de leer al escritor ruso, sabrán que en sus libros se debaten siempre planteamientos de ideologías diferentes, conceptos que el mismo escritor se cuestiona a sí mismo, ideas que, creo yo, buscan un fundamento, una base para poder ser aceptadas como válidas para el mismo autor. Como si el ser humano fuese un cúmulo de ideologías que buscan encastrar de algún modo u otro dentro de las reglas de lo natural para poder crecer y continuar su proceso evolutivo. Se me viene ahora a la mente el tema central de esta misma novela, y lo ejemplifico con una cita para que quede claro mi concepto de lo que suele hacer Dostoievski: ideas que tal vez no cierran del todo, o que jamás llevaría a cabo, pero que más de una vez se debate uno internamente para luego poder llegar a lo que cree como “correcto”. Cito: "Por una parte, está una vieja estúpida, insensata, mísera, malvada y enferma que no le hace falta a nadie, sino que, por el contrario, le hace daño a todo el mundo, que no sabe para qué vive y que puede morirse mañana de muerte natural. […] Por otra parte, hay vidas jóvenes y sanas cuyas fuerzas se pierden por falta de apoyo. Y eso, ¡a millares y por todas partes! Con el dinero de la vieja destinado a un convento se podrían emprender o realizar cien o quizá mil acciones e iniciativas. Cientos, acaso miles, de existencias podrían ser encauzadas […] ¡Y todo con ese dinero! Si uno la mata y se adueña de su dinero para consagrarse luego a servir con él a toda la humanidad, al bien de todos, ¿no crees tú que millares de buenas acciones pueden borrar un crimen insignificante? Una muerte a cambio de cien vidas, ¿qué me dices de esa aritmética?". Lógicamente cualquier persona en su sano juicio no llevaría a cabo tal acción, pero creo que sirve de ejemplo para lo que quería expresar sobre los diversos planteos que se hace Dostoievski en sus novelas. Las ideas y posibles desarrollos abundan en sus obras, los cuestionamientos ante todo, mismo ante lo que se tiene establecido como inmoral o lo que ya es sabido como erróneo.
Me parece importante tener presente la idea básica de que todas las personas son iguales y tienen los mismos derechos y (deberían al menos tener) las mismas posibilidades. Es el mismo ser el que se ubica en la posición de "inferior" o "superior" (estos conceptos pueden malinterpretarse hoy por hoy, tal vez a diferencia de cuando se escribió la novela. Personalmente prefiero los que utiliza al comienzo de la cita, “ordinarios” y “extraordinarios”), con sus decisiones y elecciones de la vida diaria. Si aportamos a lo que destruye de algún modo u otro nuestro mundo, si somos sumisos y nos movemos dentro de los límites de las leyes y los establecido, si no buscamos un cambio a las cosas que sabemos que están mal, si no nos enojamos ante las injusticias y exigimos un cambio, tarde o temprano nos convertimos en seres enajenados que solo saben mirar para dentro de sí mismos, egoístas y apartados de la búsqueda de un bien común. Y esto rige para todos. Porque todos somos iguales y merecemos los mismos derechos. Tenemos la obligación (lo que debería ser sentido común) de vivir acorde al entorno natural y de movernos y evolucionar con las reglas de la naturaleza. Pienso que somos lo que hacemos con nuestras vidas. De ahí, interpreto el concepto de Dostoievski. Ni más, ni menos.
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