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11 de diciembre de 2014
Los principios de clasificación
Toda teoría basada en las cualidades de un objeto no podrá desarrollarse en lo concerniente a sus fines; aquel que ordena tópicos con referencia a sus causas, cesará de valorarlos con relación a sus resultados. Así, la jurisprudencia de todas las naciones muestra que, cuando la ley se convierte en una ciencia y en un sistema, cesa de ser justicia. Los errores en que incurre el derecho usual por su ciega devoción a los principios de clasificación son claramente visibles si se observa con cuánta frecuencia la legislatura se ha visto obligada a intervenir para restablecer la equidad que sus formas habían perdido.
Walter Savage Landor (Cita de nota al pie en cuento "El misterio de Marie Rogêt", de Edgar Allan Poe, 1842)
4 de diciembre de 2014
La masa popular
"Debemos tener en cuenta que, en general, nuestros periódicos se proponen fines sensacionalistas y triunfos personales mucho más que servir la causa de la verdad. Este último objetivo solamente es perseguido cuando coincide con los anteriores. El diario que se conforma con la opinión general (por bien fundada que esté) no logra los sufragios de la multitud. La masa popular sólo considera profundo aquello que está en abierta contradicción con las nociones generales. Tanto en el raciocinio como en la literatura, el epigrama obtiene la aprobación inmediata y universal. Y en ambos casos se halla en lo más bajo de la escala de méritos".
Edgar Allan Poe (Cita del cuento "El misterio de Marie Rogêt", 1842)
22 de septiembre de 2014
La intemperancia del conocimiento
Texto de la imágen: "El capitalismo ecológico (verde) es una mentira"
"Y no es imposible que el sentimiento de lo natural, de haberlo permitido el tiempo, hubiese recobrado su antiguo ascendiente sobre la dura razón matemática de las escuelas. Pero ello no pudo ser. Prematuramente descarriada por la intemperancia del conocimiento, la vejez del mundo se acentuó. La masa de la humanidad no lo advertía, o bien, viviendo depravadamente, aunque sin felicidad, pretendía no advertirlo"
Edgar Allan Poe (Fragmento del cuento "El coloquio de Monos y Una", 1841)
22 de marzo de 2014
Como un dios en su propia fantasía
"Como el hombre no podía dejar de reconocer la majestad de la Naturaleza, incurría en pueriles entusiasmos por su creciente dominio sobre los elementos de aquélla. Mientras se pavoneaba como un dios en su propia fantasía, lo dominaba una imbecilidad infantil. Tal como era de suponer por el origen de su trastorno, sufrió la infección de los sistemas y de la abstracción. Se envolvió en generalidades.(...)
Y, sin embargo, este mal surgía necesariamente del mal principal, el Conocimiento. El hombre no podía al mismo tiempo conocer y someterse. Entretanto, se alzaron enormes e innumerables ciudades humeantes. Las verdes hojas se arrugaban ante el ardiente aliento de los hornos. El bello rostro de la Naturaleza se deformó como si lo arrasara alguna horrorosa enfermedad. Y pienso, dulce Una, que nuestro sentido de lo que es forzado y artificial, aun a medias dormido, podría habernos detenido en ese punto. Pero habíamos preparado el camino de la destrucción al pervertir nuestro gusto o más bien al descuidar ciegamente su cultivo en las escuelas. Pues en verdad, frente a aquella crisis, tan sólo el gusto -esa facultad que, ocupando una situación intermedia entre el intelecto puro y el sentido moral, jamás podía ser descuidada sin peligro- habría podido devolvernos dulcemente a la Belleza, a la Naturaleza y a la Vida,
Edgar Allan Poe (Fragmento del cuento "El coloquio de Monos y Una", 1841)
19 de enero de 2014
El instinto
"Entra dentro de lo posible que nunca lleguemos a saber
si los animales que consideramos inferiores son capaces, o no, de razonar,
cuestión inabordable, desde luego, a la luz de los conocimientos que ahora
mismo disponemos. Mientras, cegados por la estrechez de miras y la arrogancia,
los seres humanos insisten en negar capacidad reflexiva a los animales, porque concedérsela
sería como despojarse de su tan cacareada supremacía. El género humano habrá de
enfrentarse con la paradoja de rebajar el instinto a la categoría de facultad
inferior, si bien, en millares de casos, no cuente con otra salida que admitir
su infinita superioridad sobre esa razón que reivindica exclusivamente como
propia. Lejos de ser una razón de orden inferior, el instinto es quizás la
inteligencia más exigente de que tengamos noticia".
Edgar Allan Poe (Fragmento del cuento "Instinto versus razón - La gata negra", 1840)
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